Después de conquistar los cielos con Top Gun: Maverick, Jerry Bruckheimer y Joseph Kosinski cambian el rugido de los cazas por el de los monoplazas en F1, su nueva colaboración con aroma a superproducción clásica, una de las películas más caras de la historia Esta vez, el desafío es tan terrenal como trepidante: capturar la velocidad, el peligro y la épica del campeonato más exigente del automovilismo. Y, a juzgar por las primeras reacciones, lo han vuelto a lograr.
El proyecto ya despertaba expectación desde su anuncio. El tándem creativo regresaba con Claudio Miranda —el oscarizado director de fotografía de La vida de Pi—, dispuesto a convertir cada curva y recta en una experiencia sensorial. Y en el centro del encuadre, un Brad Pitt carismático, maduro y en plena forma, acompañado por Damson Idris como joven promesa del asfalto. Era difícil no soñar con algo grande. Y lo es.
La crítica ya se ha pronunciado: la película de acción y Fórmula 1 protagonizada por Brad Pitt apunta a convertirse en el gran éxito de taquilla del verano
Las primeras críticas no han tardado en ponerle gasolina al hype. Jazz Tangcay, de Variety, habla de una película “llena de acción y emoción”, con una puesta en escena impecable y un diseño sonoro que te mete en el cockpit. Su compañero Clayton Davis remata: “¡Esto es puro espectáculo! Brad Pitt y Damson Idris brillan más cuando comparten pantalla, y Claudio Miranda merece otro Oscar.”

Por su parte, Maude Garrett de The Nerdist confiesa que ha quedado rendida ante la mezcla de adrenalina, personajes carismáticos y narrativa con músculo, incluso sin ser fanática del automovilismo. Y Erik Davis, de Fandango, lo deja claro: F1 es un blockbuster con alma, heredera directa del espíritu de Maverick, rodada para lucirse en una pantalla IMAX con el volumen al once.
Rodada en circuitos reales con tecnología de vanguardia y un respeto reverencial por el deporte, F1 parece llamada a marcar un antes y un después en el cine de competición. Es Rush cruzada con Días de trueno, pero con el nervio contemporáneo que solo Kosinski sabe imprimirle a sus set pieces. La cita es el 27 de junio, y la sensación es clara: si los 300 millones invertidos pretendían ofrecer el espectáculo automovilístico definitivo, cada dólar parece haber encontrado su curva perfecta.