El mundo está cambiando. Mientras se busca la superioridad aérea con cazas cada vez más avanzados y de nueva generación, China y Estados Unidos mantienen un pulso tecnológico por la supremacía. El país asiático ha presentado nuevos misiles con inteligencia artificial y Estados Unidos ha mostrado públicamente, y por primera vez, uno de los pilares de su disuasión nuclear del futuro.
La Fuerza Aérea del país lanzó el pasado 9 de junio el AGM-181A LRSO (Long-Range Standoff), un misil de crucero con capacidad nuclear diseñado expresamente para integrarse en los bombarderos furtivos B-21 Raider y en los veteranos B-52 Stratofortress. Su desarrollo, según fuentes oficiales, es ya una "prioridad absoluta" dentro del programa de modernización de la tríada nuclear estadounidense.
EE. UU. presenta por primera vez su nuevo misil nuclear estratégico: una pieza clave para el B-21 Raider
Aunque el misil ya ha sido presentado, lo cierto es que la información ofrecida sigue siendo escasa. Según The Aviationist, medio especializado en defensa y aviación, no puede asumirse que la imagen divulgada represente con fidelidad el diseño final. El programa está rodeado de un secretismo absoluto, y no se descarta que ciertos elementos hayan sido modificados por razones de seguridad.
A pesar de este velo de misterio, se sabe que el programa avanza según lo previsto. En 2024, el entonces director de adquisiciones de la Fuerza Aérea, Andrew Hunter, afirmó que el desarrollo "va bien", destacando que se están cumpliendo los plazos y los objetivos de coste. El objetivo: ponerlo en manos del personal operativo lo antes posible.
Respecto a sus características técnicas, el LRSO está pensado para volar a velocidad subsónica, propulsado por un motor de aire, y diseñado específicamente para sortear los entornos de guerra electrónica más exigentes. La imagen difundida revela un misil de formas angulosas, con silueta trapezoidal, alas plegables, una cola vertical en la parte inferior y superficies de control traseras con cierta inclinación. Todo en su diseño responde a un mismo objetivo: mantenerse fuera del radar.
El LRSO no solo podrá navegar sin GPS en zonas donde las comunicaciones estén interferidas, sino que también contará con la capacidad de reaccionar dinámicamente a amenazas durante el vuelo. Su arquitectura busca minimizar al máximo las emisiones electrónicas para evitar ser detectado, lo que le permite penetrar —y sobrevivir— a los sistemas de defensa aérea integrados más avanzados del mundo.
Este misil es mucho más que un arma táctica: es una pieza clave dentro del sistema de Ataque de Largo Alcance que prepara el Pentágono, enmarcado dentro de su estrategia de modernización nuclear. Su alcance le permite ser lanzado desde muy lejos, fuera del perímetro de acción de las defensas enemigas, otorgando a plataformas como el B-21 Raider una ventaja táctica incuestionable. Además, desafía los sensores de alerta temprana y los sistemas antimisiles diseñados para interceptar amenazas de alto perfil. Con esta incorporación, Estados Unidos reafirma su apuesta por una disuasión flexible, moderna y difícil de contrarrestar.
