En un mundo donde la tuberculosis sigue siendo una de las enfermedades infecciosas más mortales —con más de un millón de muertes al año, según la OMS—, un grupo de científicos españoles trabaja a contrarreloj en lo que podría convertirse en una de las vacunas más esperanzadoras de las últimas décadas.
Al frente del proyecto se encuentra Carlos Martín, microbiólogo y catedrático de la Universidad de Zaragoza, quien lleva más de 25 años consagrados al estudio de la enfermedad. Su meta está clara: tener lista la vacuna para 2028 y lograr su comercialización un año después.
España lidera la carrera por una vacuna definitiva contra la tuberculosis, pero necesita 20 millones para cruzar la línea de meta
El proyecto, que lleva por nombre MTBVAC, cuenta con el respaldo de la farmacéutica española Biofabri, y ya ha superado varias fases clínicas en adultos. Sin embargo, los investigadores necesitan 20 millones de euros adicionales para completar los ensayos en niños y bebés, un segmento clave si se quiere reemplazar de forma definitiva la actual y centenaria vacuna BCG.

“La mayor parte de las investigaciones se han centrado en adultos y niños mayores, pero la enfermedad también golpea con fuerza en la infancia”, explica Martín. La vacuna BCG, basada en bacterias bovinas, se administra desde hace más de un siglo y, aunque protege parcialmente contra formas graves de la enfermedad, su eficacia frente a la tuberculosis pulmonar —la más común y contagiosa— es limitada.
MTBVAC, en cambio, promete una protección superior al 50% respecto a BCG, en una única dosis, refrigerada y con la ventaja logística de poder distribuirse en zonas remotas o con infraestructuras sanitarias precarias. Su diseño busca no solo mejorar la eficacia clínica, sino también adaptarse a las necesidades reales de países con rentas medias y bajas, donde la tuberculosis sigue siendo una amenaza cotidiana.
Pero hay un problema: el dinero. Como en tantas otras ocasiones, el escollo no es científico, sino económico. “La Unión Europea ya ha financiado el 50% del proyecto”, comenta Rodríguez, otro de los responsables de la investigación. “Ahora necesitamos el resto. Desarrollar un producto farmacéutico es tan caro que solo se puede lograr con inversión privada o con donaciones filantrópicas”.
Hasta la fecha, MTBVAC ha recibido apoyo de entidades como la Fundación Bill y Melinda Gates, Open Philanthropy y otras organizaciones internacionales. No obstante, los investigadores son conscientes de que los resultados definitivos no se verán hasta dentro de dos décadas, una realidad que complica la inversión en una industria que prefiere certezas inmediatas. España, una vez más, tiene en sus manos una posible revolución sanitaria global. Solo falta que alguien se atreva a apostar por ella.