España atraviesa una silenciosa crisis del sueño que afecta a millones de personas. Según datos recientes, más del 40 % de la población sufre algún tipo de trastorno del sueño, ya sea insomnio, apnea o despertares frecuentes
Javier Albares, director de la Unidad del Sueño del Centro Médico Teknon y una de las voces más autorizadas en neurofisiología clínica, nos guía por los misterios de la mente dormida, arrojando algo más de luz al respecto. En su investigación sobre el mundo onírico no faltan datos fascinantes, experiencias inquietantes y hasta fenómenos que rozan lo paranormal. Dormir puede ser placentero o convertirse en una experiencia bastante perturbadora.
Los terrores ocultos del sueño: un experto revela qué ocurre cuando dormimos y no siempre es agradable
¿Es posible dirigir lo que soñamos? Albares asegura que sí. Con la preparación adecuada, nuestro subconsciente puede responder a estímulos y preocupaciones concretas, generando sueños a la carta. "Si algo nos preocupa o nos interesa especialmente, podemos planificar el sueño para intentar enfocarlo en esa dirección", comenta. No se trata de ciencia ficción ni de un truco de magia: es una capacidad real, entrenable, y que abre las puertas a los llamados sueños lúcidos.
Estos sueños, en los que somos conscientes de estar soñando, permiten actuar dentro del mundo onírico con plena voluntad. Es decir, tomar decisiones, explorar escenarios e incluso alterar el rumbo del sueño. Un campo tan fascinante como inexplorado por la mayoría.

No todos los sueños dejan huella en la memoria. Y no, no es cuestión de falta de atención. Albares explica que la clave está en la arquitectura del sueño. “Cuando el descanso es profundo, apenas recordamos más que el último sueño antes de despertar. En cambio, si nos despertamos con más frecuencia durante la noche, vivimos más fases REM y podemos recordar varios fragmentos oníricos”, detalla. Es decir: cuanto más fragmentado el sueño, más vívidos los recuerdos.
Otro de los grandes enigmas nocturnos es el sonambulismo. Ver a alguien caminar dormido puede parecer sacado de una película de terror, pero tiene base científica. El cerebro está desconectado del todo, pero el cuerpo actúa. “Los sonámbulos no tienen conciencia de lo que hacen, y el viejo mito de que no deben ser despertados bruscamente es falso”, aclara el especialista. “Lo mejor es guiarlos con frases simples de vuelta a la cama, sin generar alarma”, concluye al respecto.
Entre los fenómenos más escalofriantes relacionados con el sueño, pocos generan tanto temor como la parálisis del sueño. Aquí, la conciencia despierta… pero el cuerpo no responde. “Te despiertas y no puedes moverte. Tu musculatura sigue dormida. Es una experiencia que, si no sabes lo que está pasando, puede resultar horrorosa”, advierte Albares. Lo mejor en esos casos, según el experto, es mantener la calma. El fenómeno dura apenas unos minutos, pero puede dejar una huella emocional duradera. Porque cuando el sueño se convierte en pesadilla, lo único que queda es esperar a que el cuerpo vuelva a ponerse en marcha.