El trasportín es uno de los objetos más temidos por muchos gatos. Lejos de verlo como un refugio seguro, lo asocian con visitas al veterinario, situaciones de estrés y olores desagradables. Sin embargo, Carlos, veterinario y divulgador en el canal Mascotas y Familias Felices, ofrece una serie de recomendaciones sencillas y eficaces para transformar esa percepción negativa en una experiencia más amable y cotidiana para el animal.
Limpiarlo muy bien para eliminar feromonas del estrés
El primer paso, explica, es eliminar cualquier rastro de experiencias anteriores. “Después de cada uso, lávalo con agua caliente y jabón neutro”, aconseja. Esto no solo limpia físicamente el transportín, sino que también elimina olores que pueden activar la memoria del gato, como el de feromonas del estrés o restos de orina. Dejar esos olores, aunque imperceptibles para nosotros, hace que el animal identifique el objeto como una amenaza.
Otro error habitual, según el experto, es guardar el trasportín desmontado en un armario, lo que impide que el gato lo perciba como parte de su entorno habitual. En lugar de eso, recomienda dejarlo montado en casa y convertirlo en un lugar familiar. “Puedes colocarlo como si fuera una camita, en una zona que él frecuente”, señala. Incluso hay un truco adicional: “Si lo pones donde le dé el sol, puede convertirse en uno de sus rincones favoritos. A mi gato Alcachofo le encanta”, relata Carlos.
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Pero cuidado con los detalles. El veterinario insiste en que no se debe manipular el transportín delante del gato, especialmente si se le está colocando la puerta u otras piezas. “Si te ve montándolo, lo asociará inmediatamente con una salida al veterinario y eso activará su ansiedad”, advierte. La clave está en que el gato no relacione el transportín con situaciones puntuales de estrés, sino que lo vea como parte estable de su día a día.