Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y actual consejero delegado de Meta, es una de las figuras más influyentes y controvertidas del mundo tecnológico. Su imagen pública ha evolucionado desde la del joven programador visionario hasta la de un empresario implacable que combina el poder económico con una narrativa personal casi mitológica y cuidada. Ha pasado de ser un nerd a un auténtico macho alfa que se vanagloria de sus aficiones.
La faceta más personal de Mark Zuckerberg: defensor extremo de su privacidad y aficionado a la caza de su propia comida
Nacido en 1984 en White Plains, Nueva York, en una familia acomodada y culta —su padre es dentista y su madre psiquiatra—, Zuckerberg demostró desde joven una habilidad prodigiosa para la informática. En Harvard creó The Facebook, una red social estudiantil que acabaría transformando la comunicación global. Sin embargo, el éxito no estuvo exento de polémicas: los hermanos Winklevoss lo acusaron de haberles robado la idea original, lo que se resolvió mediante un acuerdo extrajudicial millonario.

En lo personal, mantiene desde sus años universitarios una relación con Priscilla Chan, con quien se casó en 2012. Tienen tres hijas y han procurado llevar una vida familiar discreta. En 2015 anunciaron la creación de la Chan Zuckerberg Initiative, comprometiéndose a donar el 99 % de sus acciones de Facebook a causas sociales. Aunque la filantropía fue celebrada, también recibió críticas por estructurarse como una LLC, lo que permite inversiones privadas y participación política.
A lo largo de los años, Zuckerberg ha sido acusado de hipocresía en relación con la privacidad. Mientras Meta ha sido foco de escándalos por el mal uso de datos personales, él ha tomado medidas drásticas para proteger su vida privada. En Palo Alto compró casas adyacentes a la suya para evitar la presencia de vecinos, y en Hawái ha enfrentado duras críticas por adquirir tierras y promover litigios contra familias nativas para consolidar su propiedad.

Conocido por su vestimenta minimalista —camisetas grises que él describe como una decisión práctica para evitar distracciones—, también ha cultivado una imagen de padre presente, compartiendo fotos familiares que muchos interpretan como parte de una estrategia para suavizar su imagen tras diversas polémicas.
En los últimos años, ha adoptado una actitud pública más agresiva. Su transformación física, su afición al jiu-jitsu y su participación en torneos de lucha refuerzan una narrativa de poder y control que va más allá del escritorio. Su rivalidad con Elon Musk, incluyendo la sugerencia de una pelea en jaula, es una muestra de cómo los líderes tecnológicos compiten ahora también en el terreno simbólico de la fuerza.

Pero fue su decisión, en 2011, de cazar personalmente los animales que iba a consumir, lo que generó más controversia. Fue parte de un desafío personal que él mismo bautizó como "el año en que solo comeré lo que mate", una especie de experimento ético y filosófico que levantó titulares y generó opiniones divididas.
Zuckerberg explicó que quería adoptar una relación más consciente con la comida. En lugar de limitarse a comprar carne en el supermercado, decidió enfrentar directamente el proceso de obtención de los alimentos. Según sus propias palabras, "muchas personas olvidan que un ser vivo tuvo que morir para que ellos comieran carne", por lo que asumió el compromiso de matar o pescar él mismo cualquier animal que fuera a consumir.

Durante ese año, Zuckerberg aprendió a disparar y a degollar animales. Se sabe que cazó cabras, pollos, langostas e incluso un cerdo, y que contrató a chefs o expertos para aprender a preparar la carne él mismo. En uno de los episodios más llamativos, aseguró haber matado una cabra y luego enviado un mensaje de texto a Jack Dorsey, el entonces CEO de Twitter, invitándolo a cenar. Según Dorsey, el animal fue servido "frío".
Algunos vieron en este gesto una forma de asumir responsabilidad ética por el consumo de carne, mientras que otros lo interpretaron como una extravagancia de multimillonario, o incluso como una acción performativa más dentro del repertorio público de Zuckerberg, donde cada decisión —desde su dieta hasta sus entrenamientos de artes marciales— parece cuidadosamente calculada para comunicar fortaleza, disciplina y control. Zuckerberg no solo quiere ser brillante: quiere parecer invencible.